Breve estudio histórico sobre la Tejada del Reino de Sevilla. Una llamada para la reproducción virtual y en maqueta de sus murallas.
Fundamentación fenomenológica de la Historia
Ruego que se me disculpe la referencia a un concepto que para muchos pudiera resultar no sólo novedoso, sino incluso pedante: el de la fenomenología. Mi intención justamente es la contraria, ya que viene a significar que la Historia debe tener sentido para las personas.
El historiador no debe escribir sin tener en cuenta a sus lectores. La Historia no es flexible, pero su contenido ha de ser adaptado a las personas, ya que fundamentalmente es una lección de vida.
¿Para qué me sirve saber la historia de una aldea de Australia? Me interesará en la medida en que yo pretenda integrarme en ella. Lo que me interesaría saber será aquellos contenidos que explican mi vida en ella en cuanto me vaya implicando en su realidad social. Eso es precisamente el concepto y la metodología de la fenomenología histórica.
La Historia nos sirve para explicarnos nuestra realidad y, más aún, el futuro a que nos lleva el camino que en el presente estamos recorriendo. No voy a profundizar ahora en este sentido porque entiendo que no lo esperan ustedes. Pero su mención resulta imprescindible para el objetivo de este artículo.
Muchos viven el presente sin plantearse su relación ni con el pasado ni, menos aún, con el futuro. Realmente para ellos no escribo. Lo hago para los que se quieren situar en la realidad actual como actor de un mundo mejor. Ciertamente ‘mejor’ es un concepto genérico: dice algo, pero dice poco. Yo, al escribir, tampoco puedo conocer sobre las inquietudes de ninguno de los lectores. Pero sí que he de saber que tienen inquietudes de mejora de su mundo. Al menos quieren conocerlo mejor. Este adjetivo comparativo viene aquí reiterado porque da sentido a lo que pudiera interesar sobre Tejada.
Ituci, Talyata y Tejada. No “Tejada la Nueva”
Conocido por la mayoría es que Tejada es el nombre castellanizado del que tuvo en época islámica: Talyata (711-1253) la ciudad que, desde antes de Cristo, en época turdetana y romana, fue un oppidum denominado Tucci o Ituci o Iptuci. Los romanos escribieron con letras latinas lo que escuchaban a los nativos. De ello, de una fonética, que suele ser confusa, se derivan variantes, realmente equivalentes. La denominación oppidum nos muestra su carácter de fortificación, de que el lugar habitado estuviera rodeado de murallas. Por ello de cierta importancia política y económica, ya que interesaba su defensa militar.
Constato, sobre todo leyendo el artículo de Antonio Herrera García (1987), que habría de rebatir a importantes académicos en lo que dicen sobre Tejada. Entiendo que no es éste el lugar para hacerlo.
Sí que rechazo la denominación de “Tejada la Nueva” para la que, desde mediados del siglo XIII y durante siete siglos más ha sido solo Tejada, sin ningún adjetivo, sin ningún apellido que la diferencie de otra dentro del Reino de Sevilla. En todo su desarrollo histórico cristiano, tras su reconquista, hemos de denominarla solo como Tejada, como la encontramos en los documentos. Llamarle “Tejada la Nueva” es referirla al referido. Ella es el referente por el que al yacimiento protohistórico situado como a una legua (una hora de camino a pie) hacia el norte de ella, por desconocerse su nombre tartésico, ha venido a denominarse Tejada la Vieja, sin duda de gran valor arqueológico. Pero esta no ha de oscurecer a la primera, conocida desde que a su comarca llegaron los romanos, hasta que los arqueólogos pusieron sus ojos en la más antigua, que parece olvidada por los turdetanos y los romanos que probablemente no le pusieran nombre.
No nos parece acertado lo que nos dice Herrera García: “si hubo una Tejada Vieja, el nombre de la nueva pudo deberse a un topónimo heredado” (ibíd., 60), ya que ni el topónimo de Tejada en tiempos turdetanos era el actual, ni, menos aún, conocemos el que tuviera la más antigua, ciudad tartésica.
Lo que sí tenemos como de la mayor relevancia es su mención en “el Itinerario de Antonino” (íd.) y que “los eruditos historiadores del siglo XVIII, como el P. Flórez, identificaron a Tejada con la antigua Tucci de aquellas fuentes, quinta mansio a partir de la desembocadura del Anas (luego Guadiana) en la calzada romana que llegaba hasta Itálica y a Mérida, situándola aproximadamente a mitad de camino entre Niebla y la propia Itálica en dicha calzada” (ibíd., 60-61).
De ninguna manera podemos identificar a Tejada la Vieja con la Tucci Vetus, mencionada por Plinio (III, 10), aunque, como hace Herrera García (ibíd., 60), nos acomode el adjetivo que, a su nombre original, le añadieran los romanos. En ese caso Tucci Augusta Gemela (una nueva, gemela con la anterior, construida o asumida, como nos muestra su nombre, por los romanos como propia) sería nuestra Tejada, siendo esto absurdo. García Bellido (1986: 221) las identifica con Martos (Jaén): “Tucci, la misma acaso que cita en III, 12, con sobrenombre de Augusta Gemela”. Lamentamos no poder darle la razón a Escobar y Salazar (1910: 19) en su pretensión de identificar a Tejada la Vieja con alguna Tucci Vetus.
Talyata es el nombre que dieron los musulmanes a la Tucci del Reino de Sevilla, situada entre Niebla e Itálica, que desde el siglo XIII, durante siete siglos, los cristianos hemos denominado Tejada, que reciente e impropiamente ha venido a denominarse Tejada la Nueva. Sobre el proceso de cambios de nombre y sobre su explicación hemos de profundizar en otro artículo, en revista en la que se me pueda rebatir.
Popper nos dice que las hipótesis deben ser falsables. En Historia han de tener sentido histórico, han de responder al conjunto y a la sucesión de los hechos, sobre todo con los presentes, en cuanto nos ayuden a entenderlos. La falsabilidad, por otra parte, nos obliga a someternos a las críticas académicas.
Antes de leer el artículo de Herrera García, el autor de estas líneas ya consideraba que el declive de Tejada, casi desde su reconquista cristiana en el siglo XIII, se debió al desarrollo socioeconómico de otros pueblos de su comarca desde el proceso de su repoblación, cambiando por ello la importancia de los caminos de Tejada, que tan exhaustivamente describe Herrera García. Los caminos más transitados son siempre los que unen a las poblaciones más importantes. Los caminos son sus arterias de desarrollo.
Actuales caminos desde Tejada según Google. |
La repoblación cristiana, bastante paralizada en la segunda mitad el siglo XIII, sobre todo por los ataques musulmanes, tuvo su impulso desde el siglo XIV. Esta fortaleció a las poblaciones próximas al Camino Real de Sevilla a Niebla y a Portugal, que, según nuestras propias investigaciones, fue reutilizado lo más posible en la construcción de la carretera de Alcalá de Guadaira a Huelva, iniciada en 1846 (Domínguez Vela, 2001: 76) que unía con la que, desde Madrid, llegaba entonces a Cádiz. El progresivo abandono del eje Sevilla-Itálica-Tejada-Niebla y, por consiguiente el declive de Tejada viene, pues, desde el siglo XIV.
Pese a su declive progresivo desde el siglo XIII al XVIII, certificado definitivamente en 1791, a Tejada se le siguió considerando como centro eclesiástico de su comarca, su vicaría. A ella pertenecieron hasta 1750: Tejada, Escacena del Campo, Huévar, Castilleja del Campo, Paterna del Campo, Manzanilla, Benafique (hasta su desaparición), Hinojos, Pilas, Purchena con Genís (hasta su desaparición), Alcalá de la Alameda, Berrocal (desde 1750) (Sánchez Herrero, J. (1992: 130). No se menciona a Chucena porque su parroquia dependía directamente del Cabildo catedralicio.
En 1791 se aprobó un nuevo plan de Curatos. A Tejada, como cabecera de Vicaría, le sustituyó Paterna. Sus parroquias fueron las de Paterna, Castilleja del Campo, Huévar, Hinojos, El Berrocal y Tejada, Escacena, Manzanilla y Chucena (Moreno Alonso, M., 1992: 620). No se menciona a la parroquia de Alcalá de la Alameda porque, aunque con un templo de reciente construcción, quedó casi despoblada e integrada en la de Chucena.
En época almohade, la inmediata anterior a la reconquista cristiana “tuvo Tejada… un recinto amurallado de forma oval, en parte rodeado por el arroyo de su nombre, del que sólo quedan hoy escasos restos” (Herrera García, pág. 62). En el siglo XVI “Juan de Mallara decía de la antigua Tejada que era «ciudad, que oy día tiene Cercas, y puertas leuantadas, y en medio vna yglesia ... della se poblaron Escacena, Paterna, Manzanilla, Castilleja de el Campo, porque se anega presto en el Inuierno todo aquel campo” (Torres Balbás L., 1957: 151).
Defecto de la Iglesia ha sido el mantenimiento de estructuras extemporáneas. Se mantenía a Tejada como vicaría aún cuando se le consideraba despoblada: “a comienzos del siglo XVII el erudito Rodrigo Caro; Tejada –dice– estaba del todo desierta; tan sólo permanecían las murallas, torres e iglesia mayor” (id.).
“Frente a la soledad definitiva de Tejada, seguían prosperando sus antiguas alquerías de Manzanilla, Paterna y Escacena, acrecentadas a su costa, abundantes en pan, vino, aceite, ganados, frutas y caza. Algo antes de promediar el siglo XVII la primera tenía ya 600 vecinos; Paterna, 450; la última, 300. Con los materiales sacados de la villa despoblada, se construyeron muchos edificios modernos en las tres florecientes próximas” (id.). Procede tener en cuenta que en aquella época vecinos eran los cabezas de familia, por lo que, para conocer el número de habitantes, hemos de multiplicar aproximadamente por cinco.
“De la ciudad rural han desaparecido gran parte de sus lienzos de muros y torres, pero aún se dibuja sobre el terreno su perímetro por el lomo que forman los escombros. El recinto era ovalado y en su interior, convertido en tierras de labor, hay hoy unas construcciones modernas de explotación agrícola” (ibíd., 151-152).
Consideramos de interés la descripción que hace Torres Balbás para nuestra propuesta de construcción virtual y en maqueta del recinto de Tejada en los siglos en que fue vicaría o la Talyata almohade. Dice (ibíd., 152) que “Escobar se refiere a algunos torreones mayores, «formando en lo alto una especie de ancha garita, techada con bóveda» y que “atribuye tres puertas a la cerca, cosa imposible de comprobar hoy sin una excavación”. También que “de las iglesias que existieron en el recinto, por lo menos hasta el siglo XVII, no queda huella”.
Concluye: “Para aprovechar la piedra en el recebo de la carretera próxima y en otras construcciones se vienen derribando desde hace algún tiempo los restos de muralla, a veces con dinamita. En plazo breve –la acción continua destructora del tiempo hubiera sido mucho más lenta– acabarán por desaparecer y allanado su solar se perderá el recuerdo del habitado por los vecinos de la Tucci romana, la Talyata islámica y la Tejada cristiana”.
Precisamente para que no se pierda ese recuerdo, presento mi propuesta de una reconstrucción virtual y en maqueta. Creo recordar que las fotografías, que presento en el orden en que las hice, están ordenadas siguiendo el perímetro.
- Domínguez Vela, J. J. (2001). La carretera de Alcalá de Guadaira-Huelva (1833-1984). Génesis de un elemento territorial estructurante: de vía provincial a eje metropolitano. Sevilla: Diputación Provincial.
- Escobar y Salazar, S. (1910). Noticia histórica de la villa de Escacena del Campo y de la ciudad de Tejada, antigua Ituci hispalense. Sevilla: Est. Tip., Sauceda núm. 11
- García Bellido, A. (1986). La España del siglo I de nuestra era (según P. Mela y C. Plinio). Madrid: Espasa-Calpe, colección Austral.
- Herrera García, A (1987). Notas sobre el lugar de Tejada y su despoblamiento. Boletín de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. Minervae Baeticae, 15, 57-71.
- Moreno Alonso, M. (1992). Sevilla de la Ilustración al Liberalismo. En Ros, C. y otros: Historia de la Iglesia de Sevilla. Sevilla: Editorial Castillejo.
- Sánchez Herrero, J. (1992). Sevilla medieval. En Ros, C. y otros: Historia de la Iglesia de Sevilla. Sevilla: Editorial Castillejo.
- Torres Balbás L. (1957): Ciudades yermas hispanomusulmanas. Madrid: Imprenta y Editorial Maestre.